Sobre contar la vida propia

Y sobre contar la ajena. En un escritor, por más que introduzca miles de detalles, no sabes si habla sobre contar la vida propia. O la de otros.

No es sencillo narrar una autobiografía. Excepto si se padece un narcisismo exuberante que impide reconocer los errores propios, permite magnificar las cualidades y colocar las culpas en los demás. Normalmente las autobiografías suelen ser escritas por otros, aunque narradas por la persona. Y las mejores son las que el escritor ha pretendido dejar una enseñanza por medio de una humilde vida de ser humano. No, no es fácil contar la propia vida.

Sobre contar la vida propia

Tampoco es aconsejable dar demasiados datos acerca de lo que uno hace. Se ha de tener en cuenta que miles de ojos estarán escudriñando ese texto y, muchas mentes tras esas pupilas, conocen al autor de las palabras. O autora. Unos alabarán el texto y, si se reconocen y quedan bien, defenderán al autor. Los más, buscarán mentiras y harán leña del árbol caído o lo tirarán abajo con embustes. Algo muy normal cuando uno desea ser profeta en su tierra o, simplemente, cree que su vida puede servir de ejemplo para imitarla. Y desestimarla.

A los lectores no suelen gustarles la fastuosidad de detalles si no son truculentos. Si usted es un asesino y quiere detallar cómo sufría su víctima, el amarillismo con que describa sus acciones sí despertará el morbo de quienes le leen. Incluso le alabarán y le enviarán mensajes de alabanza. Ha despertado sus demonios y ha accedido a ese depósito de maldad que tenían oculto y al que no dejaban salir. 

No son pocos los comentarios que se ven, actualmente, sobre personas que desean llamar la atención alabando actos groseros, violentos o desagradables, degradando a los inocentes y ensalzando a los culpables. Bueno, a lo mejor es que, encima, estas personas piensan así... Y eso es cuestión de prevenirlo.

Sobre contar la vida ajena

Mucho cuidado aquí. Si hay que prevenirse hablando de uno mismo, mucho más de quienes nos rodean. Porque no es igual destrozar la vida de otros que ver la de uno en el mar público de la crítica. Pueden caer denuncias. Y como la persona se vea identificada aunque usted no haya querido escribir sobre ella, mucho peor.  Igual ustedes no se han encontrado en la vida pero, a usted, la musa le inspira algo que ha visto, que ha escuchado no sé en donde, y lo plasma. No se puede imaginar el mal que puede haber causado con esta acción. Cuídese y atento a los detalles.

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